martes, 29 de noviembre de 2011

El lado oscuro de la Navidad.

por Valeria Wild

(En víspera de navidad, un accidente automovilístico provocado por exceso de velocidad en la carretera de la salida Silao, el conductor venía ebrio, el coche se impacto con un tráiler, en este momento el conductor se encuentra en estado de coma…)

Desperté con una luz que me cegaba los ojos, poco a poco fui recuperando la visión y me di cuenta de que estaba en un hospital, en ese momento escuché un sonido molesto y continuo que me inquietó. Me quité todo lo que tenía en el cuerpo, traté de recordar cómo había llegado a ese sitio, pero no lo logré. Me paré de la cama y salí de la habitación. Caminé por el pasillo y vi a mi madre llorando como si alguien hubiese muerto, que le decía al doctor:



- No es posible que a los 21 años pueda estar en esa situación.

No entendía qué estaba pasando, salí corriendo, tropecé con una silla de la sala de espera y empecé a llorar aunque no era por el dolor ya que no había sentido nada, sabía que algo raro estaba pasando. Nadie me veía, me sentía, ni me oía y sentí un vacío de no tener un abrazo de consuelo que me hiciera dejar de llorar. Frustrada y desesperada, volví a la habitación tratando de esconderme.

Me encontré a otro paciente en la cama tapado con una sabana blanca ocupando mi lugar, una brisa helada entró por la ventana lateral, asustada poco a poco me fui acercando a la cama, al quitar la sábana me di cuenta de que era yo, empecé a gritar como loca mientras me veía en la cama pálida, tiesa y con una mirada que te producía un nudo en la garganta, aunque con una cálida esencia. Mi primera sensación fue que estaba muerta, aunque se escuchaba como mi corazón palpitara como si quisiese salirse de mi cuerpo, pero al segarme por la frustración no me permitió oír los latidos que se escuchaban dentro de la habitación.

Después de un par de horas, me calme y me vino a la mente que había discutido con mi familia antes de ir a una fiesta con unos amigos, y de regreso choqué con un tráiler, me sentía tan mal de que no tuve tiempo de disculparme con mis padres. Volví a donde estaba mi madre, me senté a su lado de ella para no sentirme sola.
Podía notar en su rostro un gesto de amargura y de tristeza. Tomé su mano, ella trajo un nuevo gesto a su cara de alegría. En ese momento no vi, no sentí, no oí, no pensé nada…

(25 de diciembre, fallece Claudia Estrada Hernández, de 21 años de edad)

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