miércoles, 30 de noviembre de 2011

Érase una vez una noche de Navidad...

por María José Taboada Obregón

Érase una vez una noche de Navidad... Toda la ciudad de Wolstay festejaba tranquilamente como todos los años.

Todos los habitantes festejaban, cenaban, cantaban o dormían, pero todos estaban ocupados haciendo algo. Todos menos la señora Consuelo Jr., la amargada de la ciudad.

Era la señora más odiada de el pueblo por las siguientes razones:


Todos los días entraba a los jardines de los vecinos y los regaba con veneno para que se marchitaran las plantas.

Cuando alguien le regalaba alguna cosa, ella lo rompía y lo dejaba en la basura de la persona que se lo regaló.

Sus conversaciones eran así:
-Buenos días, Señora- saludaban sus vecinos.
-¿¡¡¡¡¡Qué quieres!!!!!!? -contestaba.

Nunca festejaba nada , lo único que festejaba era Halloween: regalaba piedras. Y algunas veces recordaba los cumpleaños de sus hijos y el cumpleaños de su esposo. Cuando lo recordaba, regalaba limones y piedras. Pero ese día de Navidad, mientras todos hacían algo de sus vidas, ella dormía.

En sus sueños se veía haciendo todas las acciones que hace diariamente y cómo sus actos afectaban a sus vecinos, a su ciudad y a su familia. Veía y escuchaba las conversaciones de todas las personas a las que molestaba. La criticaban y a ella le fastidiaba. Así que al día siguiente cuando despertó memorizo todo su sueño y empezó a hacer todas las acciones que nunca pensó que iba a hacer:

Saludó a todos los que normalmente la saludan y a los que nunca la saludaron les sonrió como nunca, compró regalos para su familia, vecinos, y para toda la ciudad de Wolstay.

Arregló todos los jardines que había dañado, las tiendas, las casas y más.

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