martes, 29 de noviembre de 2011

La navidad a mis ocho años.

por Alondra Vélez Benavides

Esta navidad recibí un regalo muy especial. Cuál, se preguntarán. Pues tendré que contarles toda la historia.

Yo tenía 8 años... claro en ese entonces creía en Santa Claus. Le pedí a Santa una moto, tuve que hacer todo un proceso para conseguirla.

Primero: tuve que hacer una carta donde explicara mi necesidad de tener una moto (todo eso era mentira la moto no era necesaria para nada).


Segundo: tuve que adornar el árbol de navidad con muchísimas esferas y monitas de Santa.

Tercero: tuve que comprar galletas específicas para Santa Claus por qué si no... no se las comía y se quedaba disgustado e insatisfecho.

Cuarto: tuve que portarme muy bien... porque se suponía que Santa te veía todo el tiempo (ahora comprendo por qué).

Después de todo eso llegó el día qué tanto esperaba pero recibí un carta diciendo:

Mi Querida Alondra
No alcancé a dejarte tu moto... así que te la daré en tres días.
Claus.

Al darme cuenta de la carta me vino algo a la mente, esta letra se parece mucho a la letra de mi padre... Me quedé pensando un rato... Después comencé a investigar... cómo es que las mismas galletas que le gustaban a mi padre también le gustaban a Santa. Pensé... ¿es coincidencia todo esto? ¿O no? Así que investigué mas... pero al fin tuve el valor de preguntarles ¿mamá papá? ¿Santa no existe, verdad? Mis padres nerviosos contestaron: ¡Claro qué existe, Alondrita! Me choca que los padres piensan que uno a los 8 años es estúpido... pero yo era algo astuta para investigar.

Tras insistir que Santa no existía por fin confesaron pero hasta ahora tengo 13 años y siguen viniendo pero se los digo directamente "me comprarían para navidad..."

Es mas fácil que escribir una carta bonita, dejar galletas y leche y portarme bien. Preferible saber la verdad a la edad adecuada. Esa es la cruel verdad que existe en la vida real.

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