jueves, 26 de marzo de 2015

El Barbero de Sevilla.

Daniela Aguilar López.

Gioachino Rossini, originalmente Giovacchino Antonio Rossini, nació en Pésaro, actual Italia un 29 de Febrero de 1792. Fue un compositor italiano principalmente conocido por sus óperas cómicas, entre ellas se encuentra Demetrio e Polibio, La cambiale di matrimonio, L'equivoco stravagante, L'inganno felice, Ciro in Babilonia, ossia La caduta di Baldassare, La scala di seta, La pietra del paragone, L'occasione fa il ladro, ossia Il cambio della valigia, Il signor Bruschino, ossia Il figlio per azzardo, por supuesto El Barbero de Sevilla y otras más.

Su padre era cornista de oficio y su madre cantaba en teatros locales, por lo que desde corta edad demostró sumo interés por la música y el arte. Solía practicar con su padre por las tardes. A los seis años tocaba ya en la banda municipal y poco después el vinatero Giuseppe Prinetti le enseñó a tocar la espineta. Más tarde estudió con Giuseppe Malerbi en cuya biblioteca tuvo la oportunidad de leer las partituras de grandes compositores del pasado.

En 1810 Rossini fue buscado para componer una ópera breve; aunque no lo esperaba tuvo un éxito bastante considerable, por tanto continuó componiendo y aunque a veces tenía fracasos repentinos fue considerado el primer compositor de su tiempo y tan sólo contaba con 25 años de existencia.

En el año 1816 se estrena en el Teatro Argentina de Roma una de sus más famosas obras: El Barbero de Sevilla, ópera basada en la trilogía literaria del francés Pierre-Augustin de Beaumarchais. Perteneciente al género bufo, con música de Rossini y libreto de Cesare Sterbini, esta ópera se estrenó bajo el nombre de Almaviva, o La precaución inútil. En Estados Unidos de América fue una de las primeras óperas italianas en representarse en este caso en el Park Theater de Nueva York el 29 de noviembre de 1825.

Su trama consiste en una historia donde el Conde de Almaviva se enamora de la bellísima Rosina y, con la ayuda del ocurrente Fígaro, el “barbero de Sevilla”, planea saltar por en cima de Don Bartolo, celoso tutor de su amada Rosina.

Últimamente (al menos aquí en León) El Barbero de Sevilla ha tenido varias transmisiones y representaciones en diferentes puntos, principalmente en el Teatro del Bicentenario por lo que se podría decir se ha convertido en una ópera indispensable.

En una entrevista llevada a cabo por Zona Franca a Josué Cerón, éste dice que Rossini “complementa una cosa con la otra y tiene como resultado esta nueva forma de presentar el arte lírico donde se puede ser actores-cantantes o cantantes-actores”. Estas puestas en escena con lugar en nuestra ciudad, han dado mucho de qué hablar pues se creía que con el elenco elegido se harían cambios drásticos en la obra, sin embargo varios de los actores e incluso el director Luis Martín Solís aclararon que “la obra se respeta totalmente, la historia y los personajes son los mismos, solo se le da un poco de más movimiento en la escena”. Con este comentario, podemos esperar una ópera aún más divertida y con mayor agilidad, sin que esto afecte de manera notoria la obra.

La obra ha llegado a León con algo más que el objetivo de presentarse y empacar, el hecho de que empecemos a presenciar puestas en escena como esta, que sin duda es un clásico de la ópera, nos dice que la ciudad se está volviendo un foco cultural, si bien apenas empieza a desarrollarse, creo que ya es algo.
Podemos apreciar la evolución de esta representación en específico, pues la primera vez que se supo algo de ella fue cuando el 22 de noviembre de 2014 se recibió la transmisión en vivo desde el MET, a partir de allí se consolidó la idea de hacer una representación en vivo aquí en el Teatro del Bicentenario, hace poco la idea tomó forma y tuvimos la oportunidad de asistir a una de las tres funciones que se presentaron los días 15, 18 y 21 de marzo de 2015.

El célebre Rossini murió en Passy, lugar cercano a París en 1868. Fue enterrado en el cementerio Père-La, en 1887 sus restos viajaron a la Basílica de la Santa Croce en Florencia donde están actualmente. Al dejar atrás una cantidad monetaria importante, decidió destinar fondos para la creación de un asilo para músicos retirados que actualmente sigue funcionando.


Rossini ahora posiblemente no es mas que un puñado de polvo, por suerte sus múltiples representaciones siguen vivas y si ya han sobrevivido al rededor de 200 años, posiblemente puedan con otros dos siglos.

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