jueves, 19 de noviembre de 2015

"Lluvia". (Cuento de español).

Lluvia”.
La lluvia me bañaba entera. Mis pies estaban empapados y mi ropa igual. El cielo era negro, era de noche, en un parque. Era yo. Eran muchas cosas. Y todo se redujo a nada. Era un conjunto de ropa negra, excepto la camisa azul, que era un contraste. El cielo también estaba azul y tus ojos me miraban, queriendo llegar hasta mi alma. Tú sonreíste y yo sonreí... te fuiste.
Te volví a ver. Estabas escuchando música, con unas gafas de sol tipo Lennon color negro, como tu cabello, despeinado y hacia arriba. Entonces me senté a tu lado... y volviste a sonreír. Me preguntaste por qué iba de negro siempre, me preguntaste si era mi color favorito. Dije que sí y comentaste que se parecía a mí... era tu color negro favorito. Entonces sonreí yo.
Hoy me dijiste que tu canción favorita (del momento) era “Blackbird, de los Beatles”. Dijiste que te recordaba a mi, pequeña y oscura. Te dije que la mía era “A heartbreak”, de Angus y Julia Stone”. Dijiste que también te recordaba a mi. Te iba a proponer cantar una canción juntos, tu ponías la música y yo las palabras, tú la guitarra y yo la tinta; pero me besaste y te fuiste.
Al llegar hoy también me besaste. No objeté nada, de algún modo ya eramos algo más que amigos... algo menos que novios... ese perfecto intermedio que me dolía en el corazón. Encontramos un pájaro atrapado en el tronco de un árbol, lo sacaste y te lo quedaste cuidando. ¿por qué no me cuidas a mi también?
Hoy me diste una carta. Dijiste que lo estarías haciendo para demostrarme todo lo que sentías por mi... yo sentía tanto por ti que no lo podía ni describir. Hoy me llevaste a tu tienda de discos favorita. Era una tienda vintage. Me enseñaste AM, The foo fighters, The cure, Sex and pistols, Crossfade... Luego te llevé a mi heladería favorita. Ambos pedimos helado de café con chocolate, los dos dijimos a la vez que odiábamos los helados de agua. Los dos reímos.
Nos pusimos de acuerdo para ir a la autopista en la noche... en un puente... en las alturas, te dije que me daban miedo y más de noche. Me diste un susto pensando que te caías. Y me abrazaste.
Las nubes eran bonitas hoy, me llevaste a tu casa y subimos al tejado. Me diste la mano y estuvimos hasta la noche mirando el cielo. Hacía frío y me diste tu chaqueta... olía tanto a ti... comenzamos a hablar de las estrellas, mencionaste que yo soy tu cosmos... y entonces tuve la esperanza de que había algo eterno.
Era 19 de Mayo. Los dos teníamos ganas de perdernos en algún sitio, así que fuimos al puente de siempre. Dijiste que te gustaría morir allí. Yo te miré a los ojos. En mi menté dije “si mueres voy contigo”. Creo que me leíste el pensamiento, porque volviste a sonreír. El cielo ya estaba gris y comenzó a llover. Tu pelo estaba ya húmedo y tu cara llena de mis besos. No sé como los dos terminamos ya a punto de caer por el pilón, pero con tigo al lado sentía menos temor. Me abrazaste y me susurraste un débil “te quiero”. Yo te besé. Y pensé que éramos dos piezas de puzzle, que encajábamos perfectamente.
Hoy, a las 5:17 de la madrugada, tu madre llamó llorando. Sé lo que significa... tú eres parte ya de la autopista. Dijo que te habías tirado de un puente. Pensé que te daban miedo las alturas, lo mencionaste junto conmigo.
Hoy fue tu funeral. Te amo. No lloré. Te amo. En casa rompí todo, mi espejo, mi ventana... de verdad te amo. No sabes cuánto.
No lloré nada. Ni cuando tu madre llamó, ni cuando fui a tu funeral. Lloré en el puente. Nuestro puente. Creo que lo lloré completo. Así tendrás algo mío. Me dolía todo. La cabeza, las piernas, y sobre todo... el corazón y el alma. Nunca me recuperaré de ti. Eras como una resaca eterna. Pero sé feliz ahí. Tengo tanto dolor dentro, que sólo un mental me lo ha podido quitar. Lo siento.
Hoy, han pasado cinco meses. Cinco meses de cicatrices y llantos de madrugada. Hoy también he soñado contigo. Tenías esa sonrisa de que todo va bien. Tu carta no la leí. Sé todo lo que me querías decir. La carta la quemé. Te escribiré una y la quemaré para que te llegue.
Han pasado siete meses desde que te fuiste. Evito ir a al playa, o comer helado. Practicamente, me paso los días en mi habitación encerrada, bebiendo café y escribiendo todo lo que nunca te dije. Has sido mi primer amor. Ahora, más que nunca, estoy perdiendo la fe en el mundo. Hoy fui en tren a una ciudad cercana, me encantan los trenes, siempre de prisa. Quiero ir junto a ti, pero no es el momento aún.
Hoy es invierno, 29 de diciembre. Ha pasado ya un año desde que te fuiste. El café sigue siendo mi mejor amigo. Hoy me doy cuenta de que a veces tus silencios son mejores que las palabras de otros.

Hoy sé que a pesar de todo, la vida debe seguir. Me refiero, algún día tendré que ir contigo pero... no creo que sea el momento, pero sé que llegará, espérame. 

3 comentarios: